No creo en las
verdades a medias ni en mentiras piadosas, pequeñas o grandes, una mentira siempre
será una falta de respeto. No creo en las personas que sólo te venden palabras
bonitas, generalmente esconden segundas intenciones. No creo el dicho de que
"las personas no cambian", pues esto estaría negando el principio básico de la vida, el continuo cambio; si pienso que la esencia se mantiene pero
las experiencias y la vida nos transforman. No me gusta la gente que prejuzga sin conocer o se basa en las apariencias, esto me ha llevado a equivocarme muchas veces. No creo en la gente que continuamente vende felicidad, técnicamente es imposible estar feliz las 24h del día.
No creo que todo tenga un fin,
pienso que hay cosas que siempre permanecen aunque sea de otra forma. No creo
que las cosas sean blancas o negras ni creo en las etiquetas, pienso que hay
muchos matices y no pasa nada si no encajamos en lo que se espera de nosotros. Me
confunden las personas que no actúan acorde a sus palabras. No me gusta hacer daño a nadie y muchas veces eso ha conseguido que piense antes en los demás que en mi misma, generando al final un problema mayor. No soporto a la gente que trata de pisar a los demás y trata a toda costa de quedar siempre por encima. No creo en las palabras, creo en los hechos. He creido muchas veces que no podría y al final lo he conseguido.
No me gusta
que no me dejen expresarme cuando siento que tengo que hacerlo y no entiendo a
las personas que tratan de imponer conductas, sentimientos o actuaciones como
si ellos entendieran realmente cómo te sientes. No creo en el rencor pero si en
la importancia de la memoria. Me enfado sin motivos y paso por alto cosas que
quizá si son motivo de enfado, perdonando cosas que parecían imperdonables. Cambio de opinión 15 veces al día y muchas veces
me agobio tanto hasta el punto de bloquearme y no saber qué hacer. Puedo pasar
del llanto a la risa en cuestión de segundos y me cuesta mucho decidir. Tengo mucha capacidad para ponerme en la piel de los demás y es por eso que he aprendido a no juzgar sin entender ni saber lo que hay detrás de cada historia.
Me emociono con
facilidad, da igual el motivo. No se fingir, mi cara me delata en la mayor
parte de ocasiones. Soy muy de corazonadas o de seguir mi intuición, y no suelo equivocarme. Me cuesta abrirme a las personas y por ello muy poca gente me
conoce de verdad. He querido con todas mis fuerzas y he hecho tonterías por
amor, pero no podría ser de otro modo. He dicho “yo nunca” y al final he
tenido que tragarme mis palabras. He echado de menos y me he sentido incapaz de
decir “te quiero” aun cuando lo sentía. Cuando algo me preocupa no soy capaz de
sacarlo de mi cabeza y
cuando esto ocurre, le doy mil vueltas hasta que consigo entenderlo, aunque a veces no lo consiga y deba parar por puro agotamiento. He escuchado canciones que me han transportado a momentos, personas, sentimientos y finalmente, he tenido que pulsar el Stop.
He sentido ganas enormes de hablar sobre algo y no he
sabido expresarme en voz alta o he dicho lo contrario de lo que pretendía. Muchas veces peco de ingenuidad, creyendo en las buenas intenciones y en la sinceridad de la gente, pero pienso que es mejor eso a desconfiar de todo el mundo. He cometido errores y me he arrepentido de cosas justo al segundo de hacerlas, pero al final lo mejor siempre es actuar y moverse cuando algo interno te lo pide. He permitido que el orgullo me haya guiado en diversas situaciones mientras que en otras no he querido pensar en el. Me han decepcionado personas que pensé que nunca lo harían y seguramente yo haya decepcionado a muchas otras. Me he reído tanto que pensé que no necesitaría mucho más para ser feliz. Me encanta pasar tardes sola, conmigo misma y mis pensamientos y me encantan los cafés inesperados.
No me gusta que me presionen para hacer lo supuestamente correcto cuándo no lo siento así. No creo en las pautas marcadas como válidas y únicas por la sociedad, creo que cada uno es libre para elegir el modo en el que quiere vivir aun cuando se aleje de lo políticamente correcto, las ideas de la mayoría o de lo que unos cuantos consideren oportuno. Me gusta la fuerza de la minoría e ir en contra de lo que muchos aceptan por pura presión popular.
Y después de todo, no me creo cuando tratan de venderte que las cosas solo tienen un camino, una verdad o una forma. Cada uno tiene su propia percepción y vivencia y sólo porque no se acerque a la tuya no quiere decir que sea errónea.
La verdadera riqueza está en ello precisamente, en aprender a entender, a comprender y a no dejar nunca de creer. Y aquí, una de esas canciones que me ayudan a retroceder en el tiempo y siempre, siempre feliz.
https://www.youtube.com/watch?v=GO6UXeqqUIY