Un lugar en la mesa vacío, una cajetilla de tabaco olvidada, gafas sobre un libro cerrado.Nunca me han gustado los domingos, pero ahora se han vuelto más tristes.
Me gustaría contarte un montón de cosas, que supieras lo que ha ocurrido en mi vida y que te sintieras orgulloso de mi, de cómo estoy haciendo las cosas y de cada pequeño pasito que voy dando.
Me gustaría que volvieras a mirarme y escucharme con esa cara de admiración con la que siempre me escuchabas tocar la guitarra (aunque seguro sonaba fatal, me hacías sentir como una gran artista) y me pedías que tocase otra; y me encantaría volver a escuchar tu voz otra vez y volver a reñirte mil veces más por cada cigarro a escondidas; y volver a reirme mil veces más con las historias que ya me sabía de memoria.
Hace poco me hablaron de ti, me dijeron que me parecía a ti y te recordaron con una sonrisa en la boca y siempre, siempre cantando y yo no pude más que sonreír.
Últimamente me acuerdo cada vez más de ti a pesar de mi ritmo de vida un tanto ajetreado, cuando llega la noche y el silencio mil pensamientos aparecen en mi cabeza, esos que durante el día me esfuerzo por no atender. Dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, pero yo creo que no es cierto, yo no necesitaba pasar por esto para saber lo mucho que te quería (y te quiero).
A veces se hace difícil, pero no te preocupes, estaré bien sabiendo que donde estés, algún día volveremos a vernos.
Te echo de menos viejo, mucho.
PD: No se lo digas a nadie, pero creo que poco a poco empieza a encantarme mi nariz :)